lunes, 1 de noviembre de 2010

Podría...

No sabría decir si quiero comentar algo, pero si me he metido aquí ahora, debe significar que sí, que quiero decir algo. Pero... ¿Qué? ¡Esa es la cuestión! ¡Se puede hablar de tantas cosas! Podría hablar de mi barrio y su degeneración, de como, debido a ello, veo que brotan en mi sentimientos (xenófobos, racistas, clasistas...) contrarios a mi ideología. O porqué esa misma reacción me produce mi trabajo. De como la izquierda se ha vuelto incompetente. De como le baila el agua al poder de siempre. De como está supeditada a un puritanismo laico, que por serlo, pasa desapercibido y, por lo tanto, es más peligroso. Del miedo que tiene a la realidad porque es desagradable y no se ajusta a sus esquemas y si se dice en voz alta es como si fuera más real. Podría hablar del desencanto que me produce que la representación oficial de las tendencias progresistas se hayan convertido en el paradigma del sistema de funcionamiento de sectas redentoristas minoritarias. Podría hablar de tantas cosas... y, sin embargo, no tengo ganas de decir nada. Porque es inútil... o porque ya lo he dicho.

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