domingo, 19 de diciembre de 2004

Rodin

Mi relación con Rodin es extraña.
Cuando lo conocí me pareció un expresionista a la francesa. Es decir, más estético que emotivo. Esta opinión me la confirmó cuando visité el museo Rodin en el lejano verano del 82. Decían que aquel palacio había sido su casa. ¿Como puede atormentarse tanto alguien en semejante entorno? De ahí sólo pueden surgir neurosis finas y elegantes. Nunca el verdadero tormento del alma. Por lo tanto lo suyo era impostado y no le volví a prestar atención. Después ví una película sobre Camille Claudel y como le tengo manía a Gerard Depardieu -en cuanto lo veo en la pantalla siento olor a pies- decidí que era un personaje que no me interesaba. Más tarde me encontré una exposición en el Brooklyn Museum casi por casualidad que me confirmó en mis prejuicios.
Ahora hay una exposición en Barcelona. He ido a verla por casualidad. Y confieso que me ha interesado. Por otros conceptos. Todo hay que decirlo. Me gustan los cuerpos que usa: sus proporciones, sus texturas, sus líneas. Me gusta su método de trabajo. Me gusta la idea de elaborar un repertorio de formas que son intercambiables en distintos proyectos y que, sorprendentemente, funcionan. Esto cuestiona la idea de la estrecha relación que hay entre forma y contenido.
Y me gustó sobre todo el vídeo sobre la representación de la "Voz interior".

1 comentario:

Álvaro dijo...

Ya no me acuerdo del video!!!!