jueves, 27 de abril de 2006

Ruinas y restos


Me gustan las ruinas. No porque sean los restos de algo que pudo tener esplendor. No. Simplemente me gustan. Entiendo el gusto de aquellos ingleses que durante el siglo XIX se hacían construir ruinas medievales nuevas en el jardín. Lo compruebo cada vez que voy al Liceo: me gustaba más quemado.
Sin embargo, con los seres vivos me ocurre lo contrario. No me gustan los animales disecados, ni me atraen los huesos y demás mojamas que se guardan en relicarios. Por muy milagreros que sean.

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