sábado, 9 de julio de 2005

Cultura estival

El verano es uno de los territorios al que se destierran los buenos propósitos. Otro sería el Año Nuevo.
A un nivel personal se trata de libros largos y complicados que "hay" que leer, repaso de apuntes que "hay" que ordenar, etc.
A un nivel institucional se resume en una oferta cultural amplia que desborda nuestros bienintencionados propósitos y nuestros bolsillos a partes iguales.
Conclusión: los buenos propósitos se estrellan contra la tentación de no hacer nada. De gozar del calor y su aturdimiento. Del placer de no hacer nada. Y desde hace años sé que no haré nada durante el verano. Como mucho viajo. Pero cada vez lo hago más buscando placer que "enriquecimiento" espiritual.
Y no sé si es una pena o no.

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